Comer y divertirse

En un alarde de pereza, he estado a punto de titular esta entrada como la anterior: Sobre varios asuntos

Lo cierto es que los titulares no son mi fuerte, ni tampoco tengo un post en mente fascinante. Ahora bien, en las últimas semanas (casi cuatro) he disfrutado de algunos planes y quiero compartirlos.

He comido mucho y muy bien, para no abandonar los buenos hábitos. Destaco varios restaurantes en los que, además, me lo he pasado muy bien. 

Creo esencial celebrar; sí, casi cualquier cosa. Hace unos días celebramos en Kappo. Es un japonés muy cercano a casa que tenía muchas ganas de conocer. 

Fuimos sin conocer el funcionamiento ni tampoco el precio. ¡A lo loco! Nos resultó muy divertido el aceptar el trato y comer lo que dicta el chef. Él es Mario Payán. 

Tomamos asiento en Arallo Taberna un día cualquiera a eso de las 20 horas. Y flipamos con lo rico que estaba todo, con el rollo del equipo y con la música. ¡A punto estuvimos de irnos de copas después de la cena!









Muy a tener en cuenta: dumpling de cocido gallego, las ostras, el tuétano, las croquetas y también la Cerveza La Virgen IPA, que tan buenos recuerdos me trajo de Escocia y de mi 'máster' sobre cervezas Indian Pale Ale. 

Arallo es un sitio en el que dejarse de ideas preconcebidas y escuchar las recomendaciones del personal. Si bien, como Kappo y como la dirección que sigue unas líneas más abajo, no se puede esperar un precio bajo. La sorpresa, el producto, la originalidad tienen su precio. 

Que fueran las 20 horas de un jueves futbolero nos brindó la suerte de encontrar dos sitios en Sala de Despiece. Siempre, sí, cada día desde que abrió, hay fila en la puerta. Y yo no tengo paciencia para esperar en un restaurante. Pero esta vez, lo conseguimos. 

De Sala de Despiece me gusta que no solo comes rico, sino que además es clave la interacción con el equipo y tener la mente abierta. Comería una y otra vez el plato de berenjenas con sardinas, el steak tartar y ese flan de brie con chocolate. 

Por último, un café. Sí, el que por fin hemos tomado esta mañana en Café Angélica. Llevaba tiempo queriendo conocerlo y hoy lo he conseguido. Ha sido un café tardío, a las 13 horas, debido a un aperitivo que ayer se nos fue de las manos... Empezamos a las 13 horas y llegamos a casa a las 02.00 horas. Hoy nuestro ritmo era muy lento. 







Abre los siete días de la semana y también es tienda. Ocupa un local de la calle San Bernardo que, durante mucho tiempo, estuvo ocupado por un herbolario y al que alguna vez yo entré. 

Desde hace apenas un año, es propiedad de los hermanos Carlos y Lucía Zamora, impulsores de Celso y Manolo, La Vaquería montañesa y Carmencita, que también me gustan. Ah, y responsables del nuevo rumbo de Café del Nuncio, al que tengo pendiente ir por alguna que otra razón sentimental.

Esta mañana, hemos charlado con la persona al frente de Café Angélica sobre buen café y periodismo. Hemos comprobado que estéticamente es un lugar precioso, color de las paredes, lámparas, banquetas, diseño de los botes de especias... y la calidad es la máxima. 

Dicho esto, sigamos divirtiéndonos y elijamos restaurantes y cafés con forma y fondo. 

Buena semana. 




Comentarios

Entradas populares