Compra local, reconoce a quien arriesga

Sigo en Madrid encantada. He tenido la oportunidad de convencerme (aunque no hacía falta) de las razones por las que tanto me gusta la ciudad. La principal es la gente que la habita.

La vida en Pamplona resultó complicada precisamente por eso. Apenas nadie me saludaba ni intercambiaba esas tres frases sobre el tiempo o sobre alguna nimiedad que no cambian tu existencia, pero sí tu sonrisa y humor. 

En Madrid, no importa si te conozco o no, pero es casi seguro que charlemos. Hace unos días, antes de entrar a la clase de yoga bikram, me vi rodeada por tres mujeres que me invitaron a su conversación de la forma más natural. Recordé que por eso me gusta Madrid.

El martes, me uní al grupo de Beer Runners en El Retiro (20 horas, en la entrada de la Cuesta de Moyano) y recibí besos de un buen puñado de ellos. ¡Increíble! Y corrí sin darme cuenta de tanto que hablé con Carol. 

Pero si hay alguien con quien he charlado y creo que voy a seguir compartiendo impresiones es con Aurora Cortés, propietaria de Vinos La Mercería (Alonso Cano, 30). 

A ella también le gusta entablar conversación, se nota que es periodista, con una larga trayectoria como productora de televisión. Las circunstancias le pusieron frente a un cambio de vida y optó por lo que más le gustaba y gusta: los vinos.

Vinos La Mercería es un ejemplo de supervivencia en un barrio, Chamberí, y concretamente las calles de Alonso Cano y Ponzano, que se están transformando en pura fachada. Supongo que la gente joven que ahora vive en la zona, no tardará mucho en desaparecer. Será cuando surja otro barrio de moda. 

Yo compro local y elijo pequeños negocios en manos de personas. Mis padres así me lo enseñaron. Ellos, propietarios de una pequeña farmacia rural, saben cómo hay que luchar por cada céntimo y por la fidelidad de cada cliente.

En los pueblos desaparecen los comercios y nadie se inmuta. La despensa se llena en la ciudad pero luego se espera que el domingo, cuando no queda sal para las chuletitas, la tienda del pueblo esté esperando. No, así no. 

Elegir tiendas en manos de valientes que arriesgan es también un acto social. Y yo en este asunto soy muy combativa. 

Entiendo que la pela es la pela, pero no nos confundamos, los pequeños emprendedores por supuesto ajustan los precios; lo hacen hasta donde no se ahogan. Las grandes corporaciones juegan en otra liga y precisamente por ello están hundiendo a los pequeños. 

Yo compro en Vinos La Mercería porque respaldo el proyecto de una persona, porque los precios son sorprendentes, porque la variedad es muy amplia y porque Aurora cuenta con pasión todo lo referente a las botellas que alberga en su deliciosa tienda.

Ah, y porque casi todas las referencias presumen de etiqueta bonita. Y a mí el diseño me puede, pero en este caso no me equivocaré, ella acierta con sus recomendaciones. 






Resulta curiosa la selección de vinos ecológicos y biodinámicos. No estoy muy interesada en este apartado, pero si alguien lo está, la de aquí es una importante nómina.





Y quien dice vino, añade cervezas artesanas como Balate y Mustache, que tanto me gustan y que en su día recomendé en El Hedonista

En los estantes también se encuentran patatas fritas de calidad, conservas gaditanas de Herpac y otras delicias para un vermut caprichoso. Sí, también tiene vermut de alta calidad y buen precio.






Además, cada viernes por la tarde, Aurora presenta un nuevo vino e invita a probarlo en la tienda. De forma distendida, sin catas ni horarios fijos. Pasas, tomas un vinito y seguro que charlas con ella. ¡Y te llevas una botella, qué Aurora debe vivir!

Por último, en Vinos La Mercería incluso hay cabida para otras expresiones que, como el vino, nos alegran el alma. Por ejemplo, muestras de fotografía. ¿A que eso no lo hace Carrefour ni Mercadona?

Desde ya, si no lo haces, compra local, reconoce a quien arriesga. 

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